Acatando el consejo estadounidense que amenazaba con excluir
a Argentina de la lista de países “confiables para los inversores”, se ha
promulgado una Ley Antiterrorista, que calcando el patrón diseñado desde hace
décadas por las nefastas democracias neoliberales europeas, esconde una clara
voluntad represiva contra militantes y luchadores sociales.
La normativa, basada en definiciones laxas, tipifica como
terroristas actos sobre los que ni siquiera existe un consenso jurídico
generalizado como las conexiones internacionales, la apología o la pertenencia
a asociaciones ilícitas. Dicho de otro modo, bajo el telón del “terrorismo” se
está enmascarando la criminalización de los cortes de ruta, el escrache, la
solidaridad con detenidos políticos o reclamos tan básicos como la libertad
sindical ya que “buscan obligar a un gobierno a cometer un acto”.
Sin embargo, pese a que el abanico de posibles terroristas
se ha ampliado de manera notable, no se encuentran incluidos en la Ley los dos actos de
terrorismo más comunes en Argentina: el de Estado y el Patronal, que “mediante
la comisión de delitos se proponen aterrorizar a la población, contando con
armas y medios para poner en peligro la vida o integridad de un número
indeterminado de personas”. Los casos de gatillo fácil, la muerte de militantes
a manos de patotas sindicales, el trabajo en negro o lo precariedad laboral
seguirán siendo delitos menores y por supuesto incomparables con actos tan
peligrosos como manifestarse exigiendo mejores salariales o repartir panfletos
que denuncien la brutalidad policial.
Así las cosas, a partir de ahora, todos somos terroristas o
sospechosos de serlo hasta que se demuestre lo contrario. Mientras tanto, los
verdaderos terroristas seguirán sentados en el Congreso y el Senado legislando.
CONSEJO FEDERAL
FORA (adherida a la
AIT )
prensa@fora-ait.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario