Han pasado 10 años del asesinato de Darío Santillán y
Maximiliano Kosteki. Han pasado muchas cosas luego de ese hecho.
Se descubrió un complot político y gubernamental para acabar
con el movimiento piquetero, que el 26 de junio se llevó a dos referentes pero
que pudo llevarse muchísima gente más. Fruto de esa investigación solo se
encarceló a los culpables "reales" (o sea, quien efectuó el disparo
asesino) como les gusta decir a quienes tratan siempre de tapar el sol con la
mano. No se profundizó en condenar también a los responsables intelectuales y
políticos de la masacre: Eduardo Duhalde, Carlos Soria, Aníbal Fernández, entre
otros.
Así es como se llega al día de hoy, diez años después, a un
gobierno que habiendo llegado de la mano de quien mató a Darío y Maxi tiene el
descaro de decir que "viven en cada conquista" del gobierno nacional.
Un gobierno que tuvo de jefe de gabinete y ahora senador nacional, a quien fue
Secretario de la
Presidencia de Duhalde. Un gobierno que felicitó al
gobernador electo de Río Negro, teniendo éste implicancia directa en la
planeación de la masacre siendo jefe de la SIDE. Un gobierno que utiliza en sus consignas y
afiches la imagen de un ex presidente que salió a prometer una investigación
que nunca hizo del hecho, pero sobre todo, que es el responsable de desarmar la
lucha piquetera del momento para manejarla a gusto y placer.
No. Darío y Maxi no viven en ningún tipo de concesión del
gobierno nacional. Darío y Maxi no sólo viven en la memoria sino también en la lucha que se da
día a día y que cuenta con el rechazo y la represión por parte del gobierno
nacional y de sus "opositores". Qué mejor ejemplo de esto es la ley
antiterrorista, respaldada por todo el arco político para perseguir a quienes
se animan a pelear contra la injusticia diaria.
A quien cae en la lucha, solo hay una forma de recordarlo y
homenajearlo: LUCHANDO.
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