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27 dic 2015

COMO AQUEL 20 DE DICIEMBRE, ¡QUE SE VAYAN TODOS!

Aquel año 2001 que nos encontró al pueblo laborioso y hambriento en las calles, primeramente, como desocupados, engendrados por décadas de un modelo económico al servicio del capital y, en segundo lugar, organizados y en resistencia activa frente al estado de sitio y la represión policial. Pero la antesala del 19 y 20 fueron años de rabia contenida al sistema democrático burgués, entre la mentira de los políticos de turno, la pobreza en las barriadas de laburantes, ocupados o desocupados, y el derroche de los poderosos por la televisión. Éste era y será el contraste al que nos quieren acostumbrar.

Pero la cosecha de lo que siembran en algún momento sale a la luz. Los años de dictadura militar en las espaldas de los trabajadores que impuso el miedo, el látigo y el castigo a esa clase obrera que se alzaba frente al régimen dictatorial impuesto por el sistema. Posteriormente, a la sombra de la sucia política de los 90, tan punteril, siniestra y tan propia de la clase política, las barriadas que se conformaban con algún bolsón de comida empezó a organizarse por afuera, más allá de las estructura de partidos políticos, dando comienzo a los movimientos de desocupados que se organizaban en asambleas en los barrios y que prometían ser una amenaza al orden establecido. Fue cuando docentes, trabajadores y desocupados cortaron las rutas de toda la región Argentina, cortando los accesos de rutas locales, provinciales y nacionales, con la idea de bloquear los accesos donde el capitalismo mueve y distribuye el producto de nuestro sudor.

Ya para el 2001 la crisis llegaba a su punto más álgido. Las caretas de los políticos comenzaban a caer, el repudio a estos parásitos sociales se hizo general en la población, la bronca ya era acción y se manifestaban en las asambleas, con ollas populares de por medio. La asamblea era el máximo órgano de decisión que, lamentablemente, los partidos de izquierda iban a romper e imponer sus recetas revolucionarias. Diciembre fue el mes donde el caldo llegó a su punto de ebullición. El “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” era el canto popular, tan libertario y embroncado que el gobierno declaró el Estado de Sitio para imponer el orden frente a los saqueos y la bronca popular. El pueblo desobedeció la ley con la plena convicción de que había que voltear al gobierno. 19 Y 20 fueron las fechas cuando la represión fue feroz. El lobo mostró sus dientes: 40 muertos en manos de la policía asesina. Cuando los barrios salen a la calle, el Estado no duda en atacar. Y en plena Plaza de Mayo, la corrida de los embroncados se mezcla con el humo negro, y el duro combate ante los balazos y los palos.

Podemos decir que el “que se vayan todos” obligó a la renuncia del presidente De La Rúa y a cinco presidentes en dos semanas. Obligó a recurrir por primera vez al recién creado artilugio de Ley de Acefalía. Y en este replanteo, el Estado redirigió su estrategia para frenar el estallido social, no sin antes matar, cobardemente, en el puente Pueyrredon a Darío y Maxi, criminalizando la protesta social, marcándole la cancha al pueblo a fuerza de represión y muerte.

Ya han pasado 14 años de aquellas jornadas de lucha. En el medio, “la década de bonanza para la industria” y de “proyecto popular”. Pero la explotación no ha parado, el Estado, los sindicatos y el Capital nos han usado como carne de gusanos, como desecho de sus años de productividad. Y las continuas olas de despidos, suspensiones y el ajuste a nuestros bolsillos nos han dado a entender que la crisis siempre la pagamos nosotros. 

Debemos tomar como ejemplo, de la memoria colectiva del pueblo, que el 2001 fue el año del desprecio por la clase política, por “nuestros” representantes, sierva de los intereses del capitalismo. El circo electoral ya ha pasado, ya terminó su función y hoy más que nunca no debemos olvidar que ellos no trabajan por nosotros, que ellos no pagan nuestras deudas y que nuestras cadenas pueden romperse si decidimos tomar en nuestras manos la organización social, de abajo hacia arriba, de lo simple a lo complejo. No podemos quedarnos con que un político es más o menos ladrón, ellos viven de nosotros y, sea el presidente o el régimen de gobierno que esté de turno, siempre responderá al interés de una clase. Enfrentemos en las calles, que es nuestro parlamento, el ajuste, la represión y la miseria que seguirá profundizando este nuevo gobierno. 

¡Por la organización libre del pueblo!
¡Contra el ajuste y la represión, solidaridad obrera!
¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!

Por el Consejo Federal

19 dic 2014

Hoy como ayer: ¡QUE SE VAYAN TODOS Y QUE NO QUEDE NI UNO SOLO!

Nos volvemos a encontrar con un nuevo aniversario de las jornadas del 19 y 20 de diciembre.

La región Argentina para el 2001 se veía convulsionada y se abrió caminos a fuerza de asambleas populares y piquetes frente a la represión feroz del Estado. Algunos salieron por sus ahorros y por sus cuentas bancarias, otros salieron por su desocupación y su desesperanza y otros tantos porque no tenían más nada que perder. El eje era o aparentaba ser el mismo, la política rapaz que no solo nos engañaba sino que pretendía concensuar el robo descarado de los bancos declarando el ESTADO DE SITIO, catapultando a la gente a tomar las calles. A pesar de la dura respuesta del poder (39 muertos en menos de una semana) el pueblo siguió movilizado, fue entonces que se acuño la frase "que se vayan todos", que por lo menos por dos años recorrería las calles porteñas.

Los que no tenían trabajo, veían cómo día a día se acrecentaban sus filas, los que todavía lo tenían veían cada vez más pauperizadas sus vidas por la reforma laboral y el aprovechamiento de la situación por los patrones para seguir aumentando sus ganancias. Los sindicatos... bien, gracias. El pueblo se reunió en plazas, locales y esquinas y con todas sus contradicciones empezaron a buscar las respuestas que nadie más podía darles. Las fábricas que eran cerradas o vaciadas por los patrones eran tomadas y puestas a producir nuevamente. Los movimientos de desocupados, por su parte, tomaban más vigor y empezaron a mostrar una fuerte presencia y ser una amenaza para el poder político. De ellos salían las asambleas barriales, cooperativas y comedores populares en toda la región. 

El tiempo fue pasando, desgastando la protesta y las asambleas antes numerosas entraron a decaer, en parte por falta de resultados y en parte ayudada por los sacerdotes de la izquierda que bajaban a éstas para hacer política. Aquel extraño rejunte al que unía más la desesperación que algún tipo de conciencia solidaria, se resquebrajó y lo que no pudo resolverse desde abajo, empezó a fortalecerse por arriba. Vinieron la seguidilla de presidentes y las pulseadas por el sillón, ante unas FFAA que miraban con preocupación, una prensa alarmista y una iglesia clamando por la preservación y defensa de las instituciones. Todos los sectores del poder junto a sus aliados: gobernadores, intendentes, etc., iniciaron la recomposición poniendo a Duhalde primero, quien después de los "excesos" en la pacificación (masacre del puente Pueyrredón) dejó a su candidato (Kirchner) quien tras perder en primera vuelta con Menem y tras el paso atrás de éste en la segunda vuelta, es nombrado presidente. Es bajo este gobierno que se da la restauración completa, aliándose o cooptando grandes sectores de los movimientos sociales, de Derechos Humanos y del sindicalismo empresarial, y junto a intelectuales "progresistas" llevó a cabo un rearme que hasta hace poco venía dandoles frutos. Rearme que hoy en día se rompe cada vez más debido a la recesión y a las nuevas oportunidades políticas que las próximas elecciones ofrecen.

A diferencia del 2001, la burocracia sindical se está organizando para hacer frente a una situación parecida, hoy; para que no se desbanden los trabajadores de nuevo y vean limitado su poder de negociación con los patrones ni peligre su enriquecimiento. El gobierno, adelantándose al escenario posible con leyes represivas como la ley "antiterrorista" y la persecución hacia los trabajadores y al pueblo organizado, con la condena a cadena perpetua a los petroleros de Las Heras como máximo exponente de ello.

Después de 13 años, la situación vuelve a encaminarse hacia el pasado, pero esta vez los trabajadores debemos estar preparados para apuntar los cañones contra los que siempre sacan provecho de la miseria y la explotación: patrones, estado, iglesia y partidos políticos. Solo así podremos superar sus ataques y evitar que se repita la historia otra vez.

Hoy como ayer: ¡QUE SE VAYAN TODOS Y QUE NO QUEDE NI UNO SOLO!

¡Absolución y libertad definitiva a los petroleros de Las Heras!

¡Por la libre asociación gremial!

Consejo Federal
FORA-AIT

26 jun 2013

A ONCE AÑOS DE LA MASACRE DEL PUENTE PUEYRREDÓN EL ESTADO SIGUE ATACANDO LA INSUMISIÓN DE LOS DE ABAJO

A once años de la masacre de Puente Pueyrredón  el Estado continúa atacando a los que no aceptan inermes la dominación y explotación capitalista. Una larga lista de hechos evidencian lo que decimos: el Proyecto X asesinatos como el del maestro Carlos Fuentealba en Neuquén y el joven Mariano Ferreyra en Buenos Aires. Los arteros ataques a las asambleas de pobladores que resisten la minería  en la Rioja y Catamarca. A los pobladores Qom de Formosa y el Chaco que sufren el permanente asedio policial y gubernamental.

La Masacre de junio de 2002, que asestó las balas mortales para Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, es un hito en la escalada represiva que no se detiene hasta el presente. La articulación represiva de Duhalde y los esbirros de la policía bonaerense buscó desarmar la resistencia de los de abajo a sus siniestros planes. La matanza de junio de 2002 se dio en medio de de un alza de acciones directas enfrentando al Estado, el capital y sus gerentes-ejecutores; fue una forma brutal de disciplinar a los que luchan.


Este perverso accionar ha contado durantes estos años con la complicidad judicial y de los diversos burócratas gubernamentales.

Los ataques y persecuciones a luchadores sociales no son hechos aislados sino parte de un plan represivo que busca domesticar al proletariado y a los oprimidos y explotados que no se resignan a la mansa obediencia.

Desde la Federación Obrera Regional Argentina (F.O.R.A.) afirmamos que no se trata solo de no olvidar a nuestros hermanos hijos del pueblo asesinados por los esbirros gubernamentales sino de impulsar las luchas solidarias de  resistencia contra el sistema del capital-mercancía. Articular todas las resistencias para dar las luchas por la emancipación integral.

Federación Obrera Regional Argentina

Junio de 2013

1 jul 2012

10 AÑOS DESPUÉS

Han pasado 10 años del asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Han pasado muchas cosas luego de ese hecho.

Se descubrió un complot político y gubernamental para acabar con el movimiento piquetero, que el 26 de junio se llevó a dos referentes pero que pudo llevarse muchísima gente más. Fruto de esa investigación solo se encarceló a los culpables "reales" (o sea, quien efectuó el disparo asesino) como les gusta decir a quienes tratan siempre de tapar el sol con la mano. No se profundizó en condenar también a los responsables intelectuales y políticos de la masacre: Eduardo Duhalde, Carlos Soria, Aníbal Fernández, entre otros.

Así es como se llega al día de hoy, diez años después, a un gobierno que habiendo llegado de la mano de quien mató a Darío y Maxi tiene el descaro de decir que "viven en cada conquista" del gobierno nacional. Un gobierno que tuvo de jefe de gabinete y ahora senador nacional, a quien fue Secretario de la Presidencia de Duhalde. Un gobierno que felicitó al gobernador electo de Río Negro, teniendo éste implicancia directa en la planeación de la masacre siendo jefe de la SIDE. Un gobierno que utiliza en sus consignas y afiches la imagen de un ex presidente que salió a prometer una investigación que nunca hizo del hecho, pero sobre todo, que es el responsable de desarmar la lucha piquetera del momento para manejarla a gusto y placer.

No. Darío y Maxi no viven en ningún tipo de concesión del gobierno nacional. Darío y Maxi  no sólo viven en la memoria sino también en la lucha que se da día a día y que cuenta con el rechazo y la represión por parte del gobierno nacional y de sus "opositores". Qué mejor ejemplo de esto es la ley antiterrorista, respaldada por todo el arco político para perseguir a quienes se animan a pelear contra la injusticia diaria.

A quien cae en la lucha, solo hay una forma de recordarlo y homenajearlo: LUCHANDO.