Transcurría el tórrido verano de enero de
1919, mientras las clases acomodadas comentaban los detalles del reciente
casamiento del comediante Florencio Parravicini y se preparaban para el veraneo
en los balnearios de la Costa Atlántica, los trabajadores vivenciaban la
estrechez en los infectos conventillos.
La crisis socioeconómica se hacía sentir
en los bolsillos proletarios con la suba en los alquileres, los efectos de la
Primera Guerra Mundial, tenían su eco de este lado del gran océano por las
restricciones en las exportaciones agropecuarias y el gobierno de Hipólito
Yrigoyen se debatía en sus ambigüedades conciliadoras, mientras la alta
burguesía despreciaba a lo que consideraba una “chusma adevenediza” que le
disputaba espacios de poder en el parlamento y los ministerios.
Desde diciembre de 1918, una oleada de huelgas se desplegó por todo
el territorio de la región Argentina, portuarios, estibadores y hasta la
policía de Rosario. Llagados a enero de 1919 se agudizó el conflicto en la
empresa metalúrgica de pedro Vasena. La Sociedad de Resistencia adherida a la
Federación Obrera Regional Argentina, resolvió de modo asambleario la huelga
revolucionaria y el bloqueo de los galpones de abastecimiento, la respuesta de
la patronal fue contratar fuerza de trabajo de esquiroles para romper con la
protesta proletaria. A consecuencia de esto se dieron enfrentamientos entre los
obreros en huelga y sus familias con las fuerzas represivas, que dejaron una
secuela de muertos y heridos.
El gobierno de Yrigoyen declaró el Estado
de Sitio, la prohibición de reuniones públicas y asambleas, movilizando a la
marina de guerra, el ejército y hasta a los bomberos en la ciudad de Buenos
Aires. Durante esas jornadas otras sociedades obreras adheridas a la FORA del
Vº Congreso de tendencia anarco comunista, declararon la huelga solidaria con
los obreros en conflicto de la empresa Vasena. Fue reprimido el cortejo fúnebre
que trasladaba a los caídos por las balas estatales. Hasta el propio cementerio
de La Chacarita fue escenario de la feroz represión. El gral Dellepiane era el
virtual mandamás del país, Yrigoyen “dejaba hacer”, al igual que dos años
después en las huelgas patagónicas.
En barrios porteños como Barracas, La
Boca, Pompeya y Parque Patricios se levantaron barricadas contra las fuerzas
represivas. Los cajetillas de la Liga Patriótica ultranacionalista impulsados
por Manuel Carlés y monseñor D'Andrea atacaron a la población de origen judío
en Villa Crespo, la novela La pesadilla, escrita en idish es un fiel testimonio de estos hechos luctuosos. Cientos de presos y deportados participantes
en las jornadas de Enero del ´19.
Ciudades como Rosario, Córdoba y Bahía
Blanca tuvieron ecos de la revuelta obrera. Con sus medidas de acción directa
los trabajadores lograron la reducción de la jornada laboral a ocho horas y el aumento de sus salarios.
Este acontecimiento debe permanecer vivo
en la conciencia colectiva de todos aquellos que luchan por una sociedad sin
injusticias sociales, una huelga solidaria mostró la capacidad autoorganizativa
de los explotados, aun frente a la soberbia de capitalistas políticos y
gobernantes.
Ardiente memoria que no debe diluirse
ante la banalización vigente.
Carlos A. Solero
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